Enemigo oculto dentro: Analizando el informe 2025 del Ponemon Institute sobre amenazas internas

Enemigo oculto dentro: Analizando el informe 2025 del Ponemon Institute sobre amenazas internas

Resumen Ejecutivo

Idea principal: El informe “Estado de la Seguridad de Archivos 2025” del Ponemon Institute revela que el 45% de las filtraciones de datos provienen de amenazas internas—tus propios empleados y contratistas—costando a las organizaciones un promedio de 2,7 millones de dólares en dos años, y la mayoría de las empresas no logra detectar estas amenazas durante más de una semana.

Por qué te debe importar: Mientras refuerzas las defensas perimetrales contra hackers externos, las amenazas internas aprovechan accesos legítimos para extraer datos mediante transferencias de archivos cotidianas, y solo entre el 39% y 42% de las organizaciones confía en proteger archivos durante operaciones rutinarias. Este punto ciego genera un efecto dominó donde las organizaciones sufren en promedio ocho incidentes de seguridad en dos años, combinando pérdidas de productividad (50%), exposición de datos de clientes (50%) y robo de propiedad intelectual (39%)—daños que van mucho más allá de lo financiero, incluyendo fuga de talento, erosión de la confianza y parálisis de la innovación.

Confías en que tu organización es segura. Pero ¿puedes comprobarlo?

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La pregunta de los 2,7 millones que nadie hace

Aquí va una verdad incómoda que debería inquietar a cualquier CISO: mientras te obsesionas con ataques del día cero y actores estatales, hay un 45% de probabilidad de que tu próxima filtración de datos venga de alguien que ya tiene acceso legítimo a tus sistemas. Alguien con gafete. Alguien en quien confías.

¿El coste asombroso? Un promedio de 2,7 millones de dólares en daños totales por filtraciones de datos en un periodo de dos años, según el informe “Estado de la Seguridad de Archivos” de septiembre de 2025 del Ponemon Institute. Con las organizaciones experimentando un promedio de ocho incidentes en este lapso, el efecto acumulativo genera una cascada de pérdidas financieras, interrupciones operativas y erosión de la confianza que va mucho más allá de la filtración inicial.

Has construido una fortaleza contra amenazas externas. Tienes firewalls de última generación, detección en endpoints y suficientes herramientas de seguridad para hacer que una agencia gubernamental sienta envidia. ¿Pero qué pasa con la persona sentada tres escritorios más allá? ¿O el contratista al que acaban de revocar el acceso pero aún tiene archivos en su portátil? ¿O el empleado bienintencionado que solo quiere “trabajar más rápido” compartiendo archivos por su Dropbox personal?

Felicidades al equipo de Ponemon Institute por este informe, que revela un panorama en el que las defensas tradicionales fallan porque apuntan al objetivo equivocado. En Kiteworks coincidimos totalmente y sostenemos que el riesgo se acelera exponencialmente con la rápida adopción de la IA. El enemigo no está en la puerta: ya está dentro, y tiene todo el derecho de estar ahí. Bienvenido al baño de realidad que todos necesitan, pero nadie quiere.

Puntos clave

  1. Las amenazas internas dominan el panorama de filtraciones

    Los empleados negligentes y malintencionados causan el 45% de todas las filtraciones de seguridad de archivos, convirtiendo a tu propio equipo en una amenaza mayor que los hackers externos. Normalmente no son actores maliciosos, sino trabajadores frustrados que evitan controles de seguridad engorrosos para cumplir plazos y atender clientes.

  2. Las transferencias de archivos son tu talón de Aquiles

    Menos del 42% de las organizaciones se siente segura protegiendo archivos durante transferencias rutinarias, cargas y uso compartido externo. Cada vez que un archivo se mueve entre sistemas, correo electrónico o almacenamiento en la nube, se crea una brecha vulnerable que las amenazas internas y el malware aprovechan.

  3. El teatro del cumplimiento oculta vulnerabilidades reales

    Mientras las organizaciones gestionan SOX, PCI-DSS, HIPAA y otras normativas, solo el 51% cumple de manera efectiva con los mandatos de protección de datos. Peor aún, el 46% mide el éxito en seguridad por evitar multas en vez de prevenir filtraciones, generando una peligrosa ilusión de protección.

  4. La velocidad de detección determina la magnitud del daño

    El 60% de las organizaciones no puede detectar amenazas internas en menos de una semana, dando a los actores maliciosos tiempo suficiente para extraer datos y borrar huellas. Este retraso convierte incidentes manejables en filtraciones multimillonarias con impactos operativos en cascada.

  5. Las Redes de Contenido Privado ofrecen protección a nivel de arquitectura

    La seguridad moderna exige construir un entorno unificado y cifrado donde todo dato sensible fluya por canales monitorizados con DLP integrado. Este enfoque arquitectónico elimina brechas entre herramientas de seguridad dispares y crea una protección integral que escala con las necesidades del negocio.

Tu mayor amenaza puede tener gafete

Estadísticas que no te dejarán dormir

Vamos al grano: según los últimos hallazgos del Ponemon Institute, el 45% de las filtraciones de seguridad de archivos provienen de filtraciones de datos causadas por empleados o internos negligentes o maliciosos. No hackers. No ciberdelincuentes. Tu propia gente.

Pero aquí es donde se pone interesante—y por interesante, quiero decir aterrador. El informe no mete a todos los internos en el mismo saco. Hay un espectro de riesgo, desde los genuinamente maliciosos (piensa en Edward Snowden) hasta los catastróficamente descuidados (piensa en “solo me enviaré esta base de datos a mi Gmail personal para tenerla a salvo”).

El interno negligente es tu mayor problema. No intenta hacerte daño. Solo quiere hacer su trabajo, cumplir un plazo o ayudar a un cliente. Evade tus controles de seguridad no por maldad, sino por frustración con sistemas que dificultan su trabajo. Son quienes crean ecosistemas de TI en la sombra porque tus herramientas aprobadas son demasiado lentas, complejas o restrictivas.

Ponte en su lugar. Tus empleados no son villanos retorciéndose el bigote mientras planean espionaje corporativo. Son personas normales intentando navegar la intersección cada vez más compleja entre requisitos de seguridad y demandas laborales. Cuando tu VPN es lenta, buscarán otra forma de acceder a archivos. Cuando tu sistema de uso compartido de archivos tiene un límite de 10 MB pero el cliente necesita una presentación de 50 MB, usarán WeTransfer. Cuando tus herramientas de colaboración no se integran con los sistemas del cliente, reenviarán correos a cuentas personales.

Y aquí viene el golpe real: el 60% de las organizaciones no puede detectar estas amenazas en menos de una semana. ¡Una semana! En lo que tardas en darte cuenta de que algo va mal, tu propiedad intelectual puede estar al otro lado del mundo, los datos de tus clientes a la venta en la dark web y tu auditor de cumplimiento afilando lápices para una conversación muy incómoda.

La crisis de visibilidad

No puedes proteger lo que no ves, y el 39% de las organizaciones cita la falta de visibilidad y control sobre el acceso a archivos como una vulnerabilidad clave. Piénsalo un momento. Más de un tercio de las empresas básicamente vuela a ciegas cuando se trata de saber quién accede a qué archivos, cuándo y por qué.

No es solo un problema tecnológico—es una desconexión fundamental entre cómo creemos que funciona la seguridad y cómo realmente se trabaja. Hemos construido arquitecturas de seguridad elaboradas partiendo de la premisa de que sabemos dónde están nuestros datos y quién los toca. ¿Pero en realidad? Jugamos a perseguir a usuarios que siempre encuentran nuevas formas de compartir, almacenar y acceder a archivos.

Las herramientas tradicionales de seguridad en las que confiamos durante años simplemente no fueron diseñadas para la amenaza interna. Están pensadas para mantener a los malos afuera, no para monitorear y comprender el comportamiento de quienes deberían estar ahí. Es como tener una alarma de última generación que solo protege puertas y ventanas, ignorando que la mayor amenaza ya está dentro de la casa.

Esta crisis de visibilidad va más allá de no saber qué ocurre. Se trata de no entender el contexto de lo que ocurre. Un empleado que descarga 100 archivos podría estar robando datos—o simplemente haciendo una copia de seguridad antes de irse de vacaciones. Alguien accediendo a archivos a las 2 a.m. podría estar extrayendo información—o simplemente estar en otro huso horario. Sin contexto, sin comprensión de comportamientos, sin capacidad de distinguir entre lo normal y lo anómalo, la visibilidad por sí sola no basta.

Archivos en movimiento: donde la seguridad muere

La trampa de la transferencia

Aquí tienes una estadística que debería hacer reflexionar a cualquier profesional de seguridad: solo el 39-42% de los encuestados confía en proteger archivos durante cargas, transferencias o uso compartido por correo/enlaces. Déjalo asimilar. Menos de la mitad de las organizaciones se siente segura protegiendo sus datos cuando hacen justo lo que deben hacer: moverse.

Este es el gran dilema del negocio moderno. Necesitamos que los datos fluyan libremente para colaborar, ser productivos e innovar. Pero cada vez que un archivo se mueve, es vulnerable. Cada transferencia es un posible punto de filtración. Cada compartición es una decisión de seguridad.

El informe identifica las transferencias de archivos, cargas y uso compartido externo como las actividades de mayor riesgo. ¿Por qué? Porque son los momentos en que los archivos salen del entorno relativamente controlado de tus sistemas internos y entran al salvaje oeste de servidores de correo, almacenamiento en la nube y plataformas de terceros.

Ponte a pensar en el recorrido típico de un archivo sensible en tu organización. Empieza en una máquina local (probablemente segura), se guarda en una unidad de red (esperemos que segura), luego se adjunta a un correo (¿controles de seguridad? ¿Quizá?), se envía a un socio externo (ahora solo esperas lo mejor), se descarga en su sistema (fuera de tu control), y se reenvía a saber dónde (fin del juego).

Cada paso en ese recorrido es un posible punto de fallo, y la mayoría de las organizaciones tiene controles de seguridad diferentes (o ninguno) en cada etapa. Es como tener una cerradura distinta en cada puerta de tu casa, con llaves diferentes, y algunas puertas que ni siquiera cierran.

El problema se agrava cuando consideras el volumen y la velocidad del movimiento de archivos en las organizaciones modernas. No hablamos de transferencias ocasionales de documentos claramente marcados como “confidenciales”. Hablamos de miles de archivos moviéndose cada día, muchos con datos sensibles que los usuarios ni siquiera reconocen como tales. ¿Esa hoja de Excel con datos de contacto de clientes? Es información personal identificable. ¿Esa presentación de PowerPoint con la estrategia del próximo trimestre? Es información confidencial competitiva. ¿Ese CSV aparentemente inocente? Puede ser toda tu base de datos de clientes.

Evolución del malware

Las amenazas que apuntan a estos archivos vulnerables tampoco se quedan quietas. El informe revela las amenazas basadas en archivos que más preocupan:

  • Malware basado en macros (44%): Sigue siendo el rey de los ataques por archivos
  • Malware desconocido/día cero (43%): Amenazas que tu antivirus no puede anticipar
  • Ransomware (39%): Porque, ¿para qué robar archivos si puedes pedir rescate?

Lo más insidioso de estas amenazas es cómo aprovechan el vector interno. El malware basado en macros no fuerza la entrada—lo invitan los usuarios que solo quieren abrir esa hoja de cálculo importante. Las amenazas día cero se esconden en archivos que parecen legítimos hasta que es demasiado tarde. ¿Y el ransomware? Se propaga por los mismos canales de uso compartido que tus empleados usan a diario.

La convergencia de amenazas internas y malware crea la tormenta perfecta. Tienes usuarios que necesitan compartir archivos para trabajar, usando canales intrínsecamente vulnerables, transportando amenazas cada vez más sofisticadas. No es cuestión de si te afectará, sino de cuándo y cuán grave será.

El malware moderno ha evolucionado para explotar no solo vulnerabilidades técnicas, sino la psicología humana. Los atacantes saben que la vía más fácil a tu red no es el firewall—son tus empleados. Crean correos que parecen de colegas de confianza, con adjuntos que parecen documentos de negocio. Saben que, en el flujo constante de archivos, su carga maliciosa es solo una gota más en el océano.

La ilusión del cumplimiento: cumplir requisitos y estar seguro

Sopa de letras regulatoria

Bienvenido a la jungla del cumplimiento, donde las organizaciones gestionan una lista creciente de siglas: SOX (27%), PCI-DSS (25%), HIPAA (23%), GDPR (21%), CMMC (19%), CCPA (17%). Cada una con sus propios requisitos, auditores y posibles multas.

Pero aquí va el secreto sucio del cumplimiento: solo el 51% de las organizaciones dice ser muy o altamente eficaz cumpliendo los mandatos de protección de datos. Eso significa que aproximadamente la mitad está luchando, fallando o solo espera no ser auditada.

¿La verdadera tragedia? Muchas organizaciones confunden cumplimiento con seguridad. Piensan que, porque pasaron la auditoría SOX o lograron la certificación PCI, están seguras. Pero el cumplimiento trata de cumplir mínimos, marcar casillas y satisfacer auditores. La seguridad es realmente proteger tus datos de amenazas reales.

El informe de Ponemon revela una métrica especialmente preocupante: el 46% de las organizaciones mide sus prácticas de seguridad de archivos según si ayudan a evitar multas por incumplimiento. No por si previenen filtraciones. No por si protegen datos de clientes. Sino por si evitan problemas.

Esta forma de medir la seguridad crea un punto ciego peligroso. Las organizaciones se enfocan tanto en evitar sanciones regulatorias que pierden de vista los riesgos reales. Implementan controles no porque realmente prevengan filtraciones, sino porque los auditores esperan verlos. Crean políticas no porque mejoren la seguridad, sino porque la normativa lo exige.

Teatro del cumplimiento vs. seguridad real

Este enfoque de “no ser multado” ha generado lo que llamo teatro del cumplimiento—simular seguridad sin abordar las vulnerabilidades de fondo. Las organizaciones implementan herramientas y procesos no porque protejan de verdad, sino porque cumplen con la auditoría.

Toma como ejemplo la adopción de SBOM (Software Bill of Materials). El informe muestra que las organizaciones implementan SBOMs en parte para cumplir requisitos. No es necesariamente malo—los SBOM pueden mejorar la seguridad. Pero cuando el principal motivo es marcar una casilla de cumplimiento en vez de entender y reducir riesgos reales de la cadena de suministro, acabas con papeleo costoso que no te hace más seguro.

La brecha entre estar listo para la auditoría y estar realmente protegido es donde ocurren las filtraciones. Puedes tener todas las políticas, todas las certificaciones en la pared, y aun así empleados enviando datos sensibles a cuentas personales. Puedes pasar cada auditoría y no tener idea de quién accede a tus archivos más críticos.

La seguridad real exige ir más allá del cumplimiento. Es entender no solo lo que exige la normativa, sino cómo es tu panorama real de amenazas. Es implementar controles que respondan a riesgos reales, no solo a hallazgos de auditoría. Y medir el éxito por filtraciones prevenidas, no multas evitadas.

La mentalidad centrada en el cumplimiento también genera una falsa sensación de seguridad, a veces más peligrosa que no tener seguridad. Cuando la dirección ve un informe de auditoría limpio, asume que todo está bien. Cuando el consejo oye que eres “totalmente compliant”, marca la casilla de seguridad y sigue adelante. Mientras tanto, las amenazas internas proliferan en los huecos entre lo que exige el cumplimiento y lo que demanda la seguridad.

IA: el arma de doble filo en tu arsenal de seguridad

El dilema innovación vs. riesgo

La Inteligencia Artificial en seguridad es como llevar un lanzallamas a una pelea de cuchillos—potentísima, pero puedes incendiar todo el edificio si no tienes cuidado. El informe de Ponemon revela una división fascinante en cómo las organizaciones abordan la IA:

  • 33% ha integrado IA en la seguridad de archivos: Los pioneros que apuestan por la innovación
  • 25% tiene una política formal de GenAI: Los optimistas cautelosos que buscan hacerlo bien
  • 29% prohíbe GenAI por completo: El grupo del “ni pensarlo” que ha visto demasiadas historias de terror

Este enfoque contradictorio hacia la IA refleja perfectamente el estado actual de la seguridad empresarial. Todos saben que la IA es el futuro, pero nadie tiene claro cómo gestionar el presente.

Las organizaciones que prohíben GenAI no son necesariamente tecnófobas. Ven riesgos reales de filtraciones de datos a través de modelos de lenguaje, el potencial de ataques por inyección de prompts y el escenario de pesadilla de que datos sensibles se usen para entrenar modelos públicos. Cuando ChatGPT puede revelar accidentalmente datos de tarjetas de otros, la paranoia parece prudencia.

Pero aquí está el punto—el 33% que usa IA para seguridad tampoco se equivoca. La analítica de comportamiento impulsada por IA puede detectar amenazas internas que a los analistas humanos les llevaría semanas identificar. Los algoritmos de aprendizaje automático pueden descubrir patrones anómalos de acceso a archivos que los sistemas tradicionales basados en reglas pasarían por alto. El potencial es enorme.

Privacidad en la era de la IA

El verdadero reto no es si usar IA, sino cómo hacerlo sin crear nuevas vulnerabilidades. El informe destaca varias preocupaciones de privacidad específicas de IA que quitan el sueño a los profesionales de seguridad.

Cada prompt enviado a un sistema de IA es una posible filtración de datos. Empleados que intentan “mejorar” un documento sensible con ayuda de IA pueden exponer sin querer secretos comerciales, datos de clientes o propiedad intelectual. La comodidad de las herramientas con IA crea una nueva superficie de ataque que antes no existía.

La inyección de prompts representa una amenaza especialmente insidiosa. Actores maliciosos pueden incrustar instrucciones en documentos que hacen que los sistemas de IA se comporten de forma inesperada, exponiendo o extrayendo datos. Es como la inyección SQL en la era de la IA, y aún estamos aprendiendo a defendernos.

Las organizaciones que buscan el equilibrio implementan varios controles:

  • Herramientas de seguridad de prompts (41%): Analizan entradas de IA en busca de información sensible
  • Enmascaramiento de datos sensibles (38%): Ocultan datos antes del procesamiento por IA
  • Limitaciones para IA (35%): Restringen qué puede hacer y a qué puede acceder la IA

Pero seamos sinceros—son curitas para una tensión de fondo. Queremos que la IA sea lo bastante inteligente para ayudarnos, lo que implica darle acceso a datos. Pero darle acceso a datos crea nuevas superficies de ataque. Es el clásico dilema seguridad vs. usabilidad, ahora con inteligencia artificial de por medio.

El coste real de equivocarse

Más allá de los 2,7 millones

¿Ese coste promedio de 2,7 millones por todas las filtraciones en dos años? Es solo la punta del iceberg. El informe de Ponemon desglosa lo que pierden las organizaciones cuando falla la seguridad de archivos, y el panorama es desolador:

  • Pérdida de datos de clientes (50%): La mitad de las filtraciones exponen información de clientes
  • Apocalipsis de productividad (50%): Los empleados no pueden trabajar cuando los sistemas están bloqueados
  • Robo de propiedad intelectual (39%): Tu ventaja competitiva saliendo por la puerta

Pero estos porcentajes no cuentan toda la historia. Cuando se pierden datos de clientes, no solo pierdes datos—pierdes la confianza del cliente. Cuando la productividad se detiene, no solo pierdes horas—pierdes impulso, incumples plazos y ves a la competencia adelantarte. Cuando te roban propiedad intelectual, no solo pierdes archivos—pierdes años de investigación, desarrollo e innovación.

Y luego están los costes ocultos de los que nadie habla. La erosión de la confianza transforma ambientes colaborativos en estados de vigilancia. La fuga de talento sigue cuando los mejores actualizan su perfil de LinkedIn en vez de trabajar en una cultura de culpa y paranoia. La parálisis de innovación se instala cuando cada nueva herramienta se ve como un riesgo potencial, no como un valor potencial.

El efecto dominó de las filtraciones

Esto es lo que los números no muestran: las filtraciones se agrupan. El hallazgo del informe de Ponemon de que las organizaciones promedian ocho incidentes en dos años no es mala suerte aleatoria—es un fallo sistémico que se repite.

¿Por qué? Porque las amenazas internas rara vez actúan solas. Cuando un empleado encuentra una forma de saltarse controles de seguridad, la comparte. Cuando un departamento crea TI en la sombra, otros lo imitan. Cuando se rompe la confianza en un equipo, se propaga.

Cada incidente hace más probable el siguiente. Cada filtración erosiona un poco más la cultura de seguridad. Cada fallo normaliza el próximo. No son ocho problemas separados—es un solo problema manifestándose ocho veces, cada vez dejando a tu organización más vulnerable.

Construyendo tu defensa: un enfoque moderno para protegerte de amenazas internas

Tres pilares para una protección eficaz

Después de digerir las cifras del informe de Ponemon, podrías sentirte tentado a bloquearlo todo y no confiar en nadie. Pero eso no es seguridad—es parálisis. La protección real exige un enfoque más matizado, basado en tres pilares fundamentales que trabajan juntos para crear una defensa integral.

Visibilidad primero: no puedes proteger lo que no ves

El 39% de las organizaciones sin visibilidad sobre el acceso a archivos no solo pierde datos—vuela a ciegas en plena tormenta. La protección moderna contra amenazas internas empieza con visibilidad integral que va más allá de simples registros. Necesitas saber quién accede a qué archivos, cuándo y desde dónde, qué acciones realiza y, lo más importante, si ese comportamiento es normal para ese usuario.

Pero la visibilidad no es solo recopilar logs. Cualquier sistema puede generar gigabytes de registros que nadie leerá. El valor real está en interpretar el enorme volumen de datos que generan los sistemas modernos. Aquí es donde el 33% de las organizaciones que usa IA obtiene ventaja. El aprendizaje automático detecta patrones que los humanos pasarían por alto en millones de eventos, identificando anomalías sutiles que pueden indicar una amenaza interna en desarrollo.

Inteligencia de comportamiento: más allá de los permisos estáticos

Los controles de acceso tradicionales son inadecuados para proteger contra amenazas internas. Es como dar una llave: una vez que la tienen, pueden usarla como quieran. La inteligencia de comportamiento transforma este modelo en algo más parecido a una cerradura inteligente que entiende el contexto y detecta cuando algo no cuadra.

El hallazgo de Ponemon de que el 45% de las amenazas proviene de personas con acceso autorizado demuestra por qué los controles estáticos basados en roles se quedan cortos. Necesitas sistemas que comprendan el contexto completo de cada interacción.

Respuesta rápida: la velocidad importa en incidentes internos

Esa estadística de que el 60% de las organizaciones no puede detectar amenazas en una semana debería alarmar a cualquier profesional de seguridad. La protección moderna exige capacidades en tiempo real en todos los frentes. La diferencia entre detectar o no una amenaza interna suele ser la velocidad y la consistencia de la respuesta.

Construyendo tu Red de Contenido Privado

Acciones inmediatas (este trimestre)

Antes de crear un programa integral contra amenazas internas, necesitas entender tu situación actual. Comienza con una auditoría de visibilidad de archivos: mapea cada sistema de almacenamiento, identifica todos los canales de transferencia, documenta permisos de acceso y localiza los huecos de monitoreo donde las amenazas prosperan fuera del alcance de tus herramientas de seguridad.

Mapea cómo acceden los internos a los datos—olvida lo que dicen tus políticas. Analiza los flujos de trabajo reales, identifica horas y patrones de mayor uso y detecta los atajos que muestran dónde tu arquitectura de seguridad no respalda las necesidades legítimas del negocio.

Identifica tus flujos de archivos más riesgosos buscando procesos que involucren tus datos más sensibles, localizando dónde los archivos salen de tu entorno controlado y evaluando honestamente qué causaría más daño si se comprometiera.

Iniciativas estratégicas (este año)

Con la base sentada, es hora de construir una defensa integral que aborde las causas raíz identificadas en el informe de Ponemon.

Construye una verdadera Red de Contenido Privado—aquí es donde la arquitectura moderna marca la diferencia. Una Red de Contenido Privado no es solo otra capa de seguridad—es repensar desde cero cómo se mueve la información sensible en tu organización. En vez de intentar proteger docenas de canales diferentes, cada uno con sus vulnerabilidades, creas un entorno unificado y seguro para todo movimiento de datos sensibles.

El enfoque de Red de Contenido Privado proporciona gobernanza de datos unificada, reemplazando controles distintos para cada canal por un solo entorno seguro. Integra DLP a nivel de red, entrelazando la protección en el flujo de datos en vez de añadirla después. Cada acceso, cada transferencia, cada acción se verifica en tiempo real bajo principios de confianza cero. Los canales cifrados no son un extra, sino la base de todo movimiento de datos.

Dentro de tu Red de Contenido Privado, integra DLP en todos los canales como parte esencial del flujo de datos. No se trata de añadir otra capa de seguridad—es construir la protección en la infraestructura misma. Cada movimiento de archivo se escanea y evalúa sin crear cuellos de botella. Las políticas consistentes acompañan a los datos dondequiera que vayan, eliminando brechas que surgen cuando los sistemas tienen reglas distintas. El efecto red refuerza tu seguridad: cuantos más canales proteges dentro de tu Red de Contenido Privado, más fuerte es la defensa global.

Crea KPIs de seguridad medibles más allá del cumplimiento: tiempo medio para detectar amenazas internas, porcentaje de transferencias de archivos con visibilidad total, tasas de falsos positivos en DLP, satisfacción de usuarios con los controles de seguridad y filtraciones realmente prevenidas—no solo detectadas.

Conclusión: el nuevo paradigma de la seguridad

El informe 2025 de Ponemon no es solo otra advertencia sobre amenazas internas—es una llamada de atención sobre el desajuste fundamental entre cómo hemos construido la seguridad y cómo se trabaja hoy.

La seguridad perimetral ha muerto. Cuando el 45% de tus filtraciones provienen de personas que deberían estar dentro del perímetro, cuando los archivos deben fluir libremente para que el negocio funcione, cuando la IA introduce nuevos riesgos tan rápido como resuelve otros, los modelos antiguos ya no sirven.

Construir seguridad para un mundo donde cualquiera puede ser un interno exige crear canales seguros para los flujos de datos que el negocio necesita. Esto implica implementar una Red de Contenido Privado que consolide todo movimiento de datos sensibles en un entorno unificado, cifrado y monitorizado. En vez de jugar al “whack-a-mole” con docenas de canales y métodos de uso compartido, las organizaciones deben canalizar todos los intercambios críticos por una sola infraestructura segura donde cada interacción se registre, analice y proteja.

En el centro de este nuevo paradigma está la gobernanza de datos integral, que va más allá de los controles de acceso tradicionales. La gobernanza moderna implica saber no solo quién tiene permiso para acceder a los datos, sino entender el contexto de cada interacción—por qué accede, qué hace y si ese comportamiento encaja con su rol y responsabilidades. Se trata de crear políticas dinámicas que se adapten a las necesidades cambiantes del negocio sin perder integridad en la seguridad.

La revolución de la IA exige atención especial mediante lo que las organizaciones más avanzadas llaman una puerta de enlace de datos IA: una interfaz controlada entre tus datos sensibles y los sistemas de IA. Esta puerta actúa como punto de control, escaneando prompts en busca de información sensible, aplicando enmascaramiento de datos en tiempo real y asegurando que tu propiedad intelectual no acabe inadvertidamente entrenando modelos públicos. Así puedes aprovechar la IA sin perder el control sobre tus activos más valiosos.

Estos elementos—Red de Contenido Privado, gobernanza de datos integral y puerta de enlace de datos IA—trabajan juntos para crear una arquitectura donde la seguridad potencia, en vez de obstaculizar, la productividad. Es visibilidad sin paranoia, control sin parálisis y protección sin trabas.

Las organizaciones que prosperarán en esta nueva realidad no serán las que tengan más herramientas de seguridad. Serán las que entiendan que la protección contra amenazas internas no es un producto que compras—es una arquitectura que construyes, una cultura que fomentas y una disciplina que mantienes.

Preguntas frecuentes

Los sistemas de monitoreo de comportamiento pueden identificar patrones sospechosos como acceso a archivos que no consultaban en meses, descargas masivas de datos o trabajo en horarios inusuales—especialmente después de avisar que dejarán la empresa. Sin embargo, la detección requiere establecer primero comportamientos base e implementar detección de anomalías en tiempo real, ya que el 60% de las organizaciones no detecta estas actividades en menos de una semana.

El Ponemon Institute informa que las organizaciones enfrentan 2,7 millones de dólares en costes totales de filtraciones en dos años, con amenazas internas causando el 45% de los incidentes de seguridad de archivos frente a ataques externos. Más allá del coste directo, las filtraciones internas generan daños únicos como erosión de la confianza entre equipos, pérdidas de productividad que afectan al 50% de las organizaciones y fuga de talento que a menudo supera el impacto financiero inicial.

Aunque las organizaciones deben cumplir con SOX (27%), PCI-DSS (25%), HIPAA (23%) y otros, solo el 51% logra un cumplimiento efectivo, y estos marcos no fueron diseñados específicamente para amenazas internas. La protección real exige ir más allá de las casillas de cumplimiento, implementando analítica de comportamiento, registros de auditoría completos y Redes de Contenido Privado que aborden cómo los internos realmente evitan los controles.

El 29% de las organizaciones prohíbe GenAI por completo, pero esto puede fomentar TI en la sombra mientras los empleados buscan productividad por otros medios. Mejor implementa una puerta de enlace de datos IA con escaneo de prompts (usado por el 41% de quienes adoptan IA), enmascaramiento de datos (38%) y limitaciones (35%) para permitir un uso seguro de IA y evitar que datos sensibles acaben en modelos públicos.

El DLP tradicional falla porque no distingue entre negocio legítimo y robo de datos cuando los usuarios tienen credenciales válidas. La arquitectura moderna de DLP dentro de una Red de Contenido Privado usa inteligencia contextual—analizando quién accede a qué, cuándo, dónde y por qué—para detectar anomalías permitiendo al mismo tiempo las funciones necesarias del negocio mediante seguridad consciente del flujo de trabajo que reduce falsos positivos.

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